Pero es fácil comprobar como, en el mismo periodo, se han dedicado más esfuerzos y presupuestos a articular campañas mediáticas, a contarnos una película con un héroe de pacotilla, a vendernos la ficción de una realidad que vivimos, en definitiva a aparentar lo que no es. La esquizofrenia política de un PP salpicado por Bárcenas que también en Extremadura tendrá sus consecuencias, tiempo al tiempo, hace que tengan necesidad de aparentar y vender todo aquello que quisieran, pero que no pueden.
Extremadura y Cáceres viven un crecimiento del desempleo que apenas se ha paliado con el verano y las campañas agrícolas. Empleo real, sólido y perdurable no se ha construido y, por el contrario, hemos llegado a 180 mil parados en la región y casi 60 mil en la provincia, que no son cifras, son personas. Con la sinrazón de no apostar por la inversión pública y sin planes de empleo, han logrado, es su indeseable mérito, destrozar a la mayoría de las Pymes y exiliar a los jóvenes en busca de nuevos horizontes, exactamente igual que en época de Franco.
La Diputación Provincial de Cáceres ha concebido el sistema de repartición económica más desigual de la historia de la democracia. Los municipios gobernados por el PP en la provincia no llegan al cincuenta por ciento, sin embargo Laureano León, de cada cinco euros de las partidas de presidencia, reparte cuatro a los gobernados por el PP y uno al resto –PSOE e independientes-. A su vez, las ayudas se han distribuido en un 20 por ciento para los ayuntamientos socialistas y el 80 por ciento para los del PP. Una vergüenza y una inmoralidad más de la derecha provincial, que gobierna para sus votantes y no para toda la ciudadanía.
La Sanidad Pública y la Educación, por primera vez, aparecen entre las preocupaciones más notables de los extremeños, no es de extrañar, las listas de espera son kilométricas, el copago farmacéutico asfixia y las no ayudas educativas nos retrotraen a, una vez más, épocas de dictadura. También, por primera vez en dos décadas, el índice de población ha decaído y aquí no hay más milongas, la gente se va porque aquí no hay trabajo, no hay futuro, no hay protección social.
Así pues, el balance obedece al desastre que la no acción ha provocado y a cómo han estado desmantelando el Estado Social, más importante en Extremadura que en ningún otra Comunidad Autónoma. Un verano más, una Extremadura peor.